sábado, 27 de septiembre de 2008

INTRODUCCIÓN

Un billete de alta denominación puede mantenerse en circulación hasta por 9 años, mientras que el ciclo de vida del billete de más bajo valor se estima en un promedio de 18 meses.

Durante este tiempo, pasan de mano en mano de un modo tan incontrolable que científicos describen su circulación como un fenómeno biológico, que incluso ha servido de modelo para predecir brotes epidémicos. Algunas tesis sostienen que, en algunos países, hasta el 90% de los billetes circulantes puede estar contaminado con cocaína y otras sustancias nocivas además de preocupantes niveles de agentes patógenos.

En la actualidad, 15 países altamente industrializados poseen intrincadas bases de datos en línea donde millares de usuarios rastrean sus billetes mediante el número de serie.


PAÍS PARANOICO


"Los billetes forman parte del patrimonio cultural del país y, por tanto, mantenerlos en buen estado contribuye a preservar la imagen de Chile"

(Sitio web del Banco Central de Chile)




La anécdota en sí es deslucida y nada tiene de novedoso: Ocurrió a comienzos de este año. Llegaba a mi casa tras una jornada más bien intensa y había pasado a comprar un snack al servicentro de la esquina. Como fue compra chica cancelada con billete grande, recibí de vuelto un abultado manojo de efectivo, y no fue hasta mucho después de haber llegado a casa que me puse a ordenar el repollo. Entonces fue que descubrí un billete con manchas muy notorias de tinte rojizo oxidado que inevitablemente me hicieron pensar en sangre. Uno no reacciona de manera destemplada, pero la sensación es bastante inconfortable; de niños sabemos que el dinero de suyo es promiscuo y antihigiénico, pero las manchas de sangre donde las haya inspiran un respeto superior que nos lleva a otras conjeturas. «¿Qué habrá pasado con el tipo que manchó este billete? ¿Habrá sido asaltado? ¿Estará vivo o muerto?».


Decía que la historia no es nueva, porque tropecé con una muy similar en la red no hace mucho -aunque se había publicado hace un par de años- y es perfectamente posible que semejante cosa haya ocurrido ya innumerables veces a otros vecinos. Da para reflexionar, al margen de que uno se deshaga rápidamente del billete en cuestión, amigos hagan chistes y otros se pongan a filosofar (lo que tiene más o menos el mismo efecto), pero siempre es más interesante (o entretenido) echar a volar la imaginación sobre qué pudo ocurrir realmente al portador de la luca ensangrentada. Es una opinión personal, pero pienso que para idear historias de misterio o terror hay que ser un tanto paranoico de tiempo completo; se requiere un don especial para sentirse amenazado en todas partes, para temer lo peor de lo que nos rodea y sentir que erramos por mundo espantosamente hostil. Pues bien, en el estado actual de las cosas, tenemos que admitir que el miedo se ha democratizado bastante.


Así pues, la idea de hacer un proyecto como Luca surgió como una excusa. Ver hasta qué punto podía tomarse un hecho anecdótico y convertirlo en catalizador de otras situaciones vinculadas a "terrores" cotidianos muy concretos. Será el público que determine si acaso ese objetivo se ha cumplido, pero al menos ha encendido nuestra motivación y la cooperación de mucha gente sin cuyo entusiasmo y energía esta iniciativa jamás se habría puesto en marcha.


Ahora, confieso que igual me habría gustado tener, al menos, una pista acerca de dónde provenía la sangre que había en ese billete...

No hay comentarios: